“Cuando me enteré del hallazgo del cuerpo, puse en conocimiento al ministro Pablo Baillo, quien me indicó que me trasladara al lugar y que me ponga a disposición del fiscal”, dijo Eduardo Di Lella, resumiendo cuál fue su intervención el día del hallazgo del cuerpo de Paulina Lebbos.
El ex funcionario aseguró que cuando llegó a Tapia, donde se había encontrado el cadáver, vio que el lugar estaba delimitado con una cinta. “Había numerosas personas entre vecinos, curiosos y policías. Quedé a la espera de la llegada del fiscal Alejandro Noguera”, manifestó Di Lella.
El testigo también negó haber mantenido una discusión con Noguera, en relación a si se realizaban las pericias el sábado 10 de marzo de 2006 a la noche o el domingo 11 a la mañana (al día siguiente), como finalmente ocurrió.
“No tuve ningún cambio de opinión con el fiscal ni ninguna situación que merezca ser destacada. Era un funcionario político, no me correspondía dar ninguna instrucción”, dijo Di Lella. El ex secretario de seguridad también aseguró que no tuvo diferencias con Alberto Lebbos, el padre de Paulina, quien sin embargo lo acusa públicamente de haber participado en una supuesta maniobra de encubrimiento.
Di Lella afirmó que nunca se reunió con Lebbos, y que no tuvo participación en la investigación. “Fui funcionario desde fines de 2005 hasta los primeros días de enero de 2013. No soy un experto en materia policial. El conocimiento que tuve de que el cuerpo hallado era el de Paulina fue por trascendidos de medios periodísticos”, aseguró el ex funcionario.
Durante toda la declaración, Di Lella reafirmó que no era de su incumbencia la actividad investigativa de la Policía, quienes se contactaban directamente con las autoridades judiciales. Además, recurrió a los “no recuerdo” cada vez que alguno de los abogados le pidió precisiones en su relato.
Actualmente, Di Lella trabaja como abogado y como empleado de planta permanente del ministerio de Educación de la provincia, empleo en el que tiene 26 años de antigüedad, según les aseguró a los jueces Carlos Caramuti, Dante Ibáñez y Emilio Páez de la Torre.
“No fui por motu proprio al lugar, sino por indicación del entonces ministro Baillo. Después no tuve contacto con la causa”, aseveró Di Lella.